Cuando entramos a un lugar nuevo de
trabajo, es normal sentirse debajo de los reflectores. Todas las miradas, la expectativa de ver qué dices o cómo respiras, es algo que va a llamar la atención de los demás. ¡Calma!
Tampoco te sientas el ombligo del mundo.
Esto es un fenómeno completamente
normal y pasajero…